Sin embargo, aunque oficialmente no se ha conseguido aún un día de la Ciudadanía, si que como resultado de la Campaña 180 días por 180 acciones, acordada por más de 150 mujeres de todo el mundo durante una reunión organizada por la Organización de Mujeres para el Medio Ambiente y el Desarrollo (WEDO, en inglés) en noviembre de 1994, se decidió que a partir de la Cuarta Conferencia Internacional de la Mujer, en 1995, se dedicaría el 6 de septiembre a ser el día internacional por la ciudadanía de las mujeres. Queda así ese día como el único referente sobre ciudadanía, pero no precisamente para celebrarlo ya que existe una falta clara de reconocimiento de derechos en las mujeres. Tenemos ya una asignatura de Educación para la ciudadanía pero no tenemos ni siquiera un día para recordar lo que nos falta y reivindicar los déficit del sistema en este sentido. Tan solo ese 6 de septiembre.

Las mujeres, siendo la mitad de la humanidad, todavía no somos consideradas personas con todos los derechos por este sistema patriarcal y capitalista. Y en la lucha que llevamos a cabo desde hace más de 150 años por su reconocimiento, se une ahora nuestro trabajo desde una visión más global de los problemas. El movimiento de mujeres está haciendo análisis de la crisis sistémica actual y repensando alternativas, para crear unas relaciones más justas, pero a la vez, se está planteando una nueva relación entre los seres humanos y la naturaleza, como solución a futuro.

Como consumidora que soy, al igual que en otras facetas de mi vida, ya sea primero como mujer, ciudadana, trabajadora,…y quizá por último como consumidora, tengo unos derechos que deseo sean respetados, y si el tener un día mundial del consumo ayuda bienvenido sea.

Pero, ¿seríamos capaces de ponernos de acuerdo en enumerar los derechos que tenemos como personas que consumimos? ¿O cual sería el nivel mínimo de consumo al que toda persona debería tener derecho para disfrutar de una vida digna y cuál el nivel  máximo para que, manteniendo esta dignidad, no agotemos los recursos del planeta que nos da la vida? Aquí creo que radica el debate  principal, que vendrá dado por el modelo de sociedad que cada persona desea para todas y todos.

Sólo, si somos conscientes de la realidad del planeta, de su desgaste a marchas forzadas, de su esquilmación de riquezas, de la extinción de los recursos naturales y fósiles a escala mundial. Y si esto lo unimos al deseo de tener unas necesidades básicas cubiertas para todos y todas y un respeto a unos derechos humanos a escala planetaria, tendremos en mente, como consumidores y consumidoras, unos derechos diferentes para reivindicar, a que si sólo pensamos a nivel individual en nuestros derechos a la hora de comprar. Por eso,:

1.      antes que consumir debemos “ciudadanear”
2.      antes que tu libertad está la igualdad y la fraternidad
3.      antes que tu libre elección de compra está el respeto a la naturaleza que nos sostiene
4.      antes de elegir nada debemos reducir nuestro consumo, pensar si realmente lo necesitamos
5.      antes de comprar debemos reciclar (mira si tú lo puedes hacer)
6.      antes de adquirir un producto miraremos de donde viene, los circuitos cortos de producción, distribución y consumo son siempre mas ecológicos
7.      si has de comprar….. mira quién lo realizó y en qué condiciones
8.      si has de comprar….. mira cómo llegó, con que consumo energético y quién lo vende (comprar lo ecológico y lo local, evitar transnacionales)
9.      si has de comprar….. mira cómo se hizo y con qué impacto ambiental
10.  si has de comprar….. mira para cuánto tiempo lo quiero (evitar los productos con obsolescencia programada)

Yo siempre he creído que el poder como personas consumidoras es muy grande y de hecho se ha constatado en diversas campañas que se han realizado de cara a castigar a diferentes marcas conocidas por actitudes poco éticas de actuación. Pero para afianzar estos derechos sobre el consumir tenemos que ser más responsables a la hora de denunciar y de usar las hojas de reclamaciones a diario. Tenemos que cuestionar en las tiendas algunas de las costumbres adquiridas, ya sea el uso de las bolsas, el uso de los envases de plástico que aún no hay campaña en contra de ellos,…Las empresas deben darse cuenta que nos interesa lo que hay tras los productos que adquirimos, que no todo vale porque sea barato. También tendremos que aprender de una vez por todas que nadie da duros a cuatro pesetas, que las cosas tienen su precio, pero a veces su coste no está reflejado en el mismo (costes sociales y laborales de quienes lo producen, costes ecológicos a menudo irreparables…). También no debemos olvidar que lo barato resulta muy caro en la mayoría de las veces. Debemos adoptar nuevos valores de consumo, muchas veces se utiliza el argumento del precio para no comprar productos ecológicos o locales…pero en otras ocasiones no escatimamos en gastos.

Pero sobre todo tenemos que ser conscientes de que este nivel de consumo que tenemos aquí en Europa, en el País Vasco y en Bilbao no es exportable (ahora necesitamos 3 planetas si todo el mundo consumiera como aquí), y que algo tenemos que cambiar. Nuestros derechos como consumidores y consumidoras igual no deben ser tantos, si queremos que todo el mundo pueda tener acceso a un nivel de vida básico de sobrevivencia. Nuestro consumo y nuestro nivel de vida no puede reproducirse en todo el planeta para las más de 6000 millones de personas que somos. Entonces qué vamos a hacer ¿vamos a seguir así hasta la extinción?