ddhhA lo largo de los años me han ido llamando de muchas formas. En septiembre de 2012 tuve la suerte de que me insultasen, si, digo bien, insultasen. En la prensa me acusaron de “reconocida feminista”, al parecer algo muy peligroso, por el tono de los artículos. Apareció en dos páginas webs, alerta digital  y la casa del arce rojo, y las menciono para que vayamos discriminando lo que leemos en la red. Su objetivo con esa calificación, era (efectivamente) alertar a los y las lectoras, que de alguien así no podían esperar cosa buena. Ponían sobre aviso a los de casa (con arce o sin arce rojo en su patio), de lo peligroso que para ellos supone ser feminista. Ser feminista es un peligro y nada bueno podrá hacer quien lo sea, era su capcioso mensaje subliminal.

Una famosa artista de cine, leí recientemente en prensa, estuvo de jurado en un festival y propuso como ganadora una cinta de video donde se narraba un caso de ablación. En la entrevista, dijo que era la película que más le había impresionado nunca y que le había removido por dentro como ninguna otra. Pero, para que no pareciese, -¿Qué diríamos? ¿luchadora? ¿defensora de los DDHH?, o al menos muy impetuosa-, en seguida se apresuró a decirnos, a modo de justificación, que ella no era feminista.

Ha quedado claro. Ser feminista no está de moda. ¿es algo demodé? ¿Hay miedo a reconocerse feminista? ¿Qué quieren transmitirnos con esos prejuicios contra el feminismo? ¿Por qué lo consideran una cosa de mujeres?

El feminismo NO es una cosa. El feminismo no es como tener la regla cada mes. No es una cosa de chicas. El feminismo no es lo contrario del machismo. El feminismo es un movimiento al que, no sólo las mujeres, sino todos,  hombres y mujeres debemos estar muy agradecidas por los logros alcanzados a través de sus luchas y reivindicaciones por la igualdad.

Cuando figuras como Gandhi o Mandela son cada vez más, y afortunadamente habrá que decir, reconocidas, respetadas y valoradas como personas que han hecho un mundo mejor, incluso estudiándo sus biografías en las escuelas, ¿Qué nombre sabríamos decir de mujer luchadora por los DDHH que haya alcanzado tanta fama?

Es verdad que en esta lucha las mujeres nos hemos sentido bastante solas. La implicación de los hombres, aunque en aumento, ha sido bastante escasa. ¿En cuántos txokos, en cuantas cuadrillas de poteo, en cuántas pandillas o clubs de futbol, cuántos hombres se atreven a declararse abierta y públicamente feministas? Todavía falta, falta mucho.

Las consecuencias de la mala prensa, de los prejuicios, y los perjuicios generados al pensar que las feministas son tres locas radicales marimachos que odian a los hombres, están haciendo mucho daño. Y no a las mujeres adultas con capacidad para ver donde están las mentiras y las afirmaciones engañosas o capciosas, aunque también, sino sobre todo en la juventud. Jóvenes que no son capaces de ver la existencia de las desigualdades y los derechos que como chicas tienen, los mismos que los chicos. Niñas que se dejan controlar por sus amigos en pequeñas situaciones diarias, que creen que necesitan de alguien a su lado al precio que sea, que creen que el amor es que te regale flores por San Valentín aunque te maltrate psicológicamente el resto del año. Mujeres y hombres que no son capaces de ver que el germen de la violencia está en permitir las desigualdades más nimias en el día a día.

Para mí fue un orgullo que me llamasen feminista a pesar de que lo dijesen como un insulto. Si alguna vez he tenido reparo en reconocerme como tal, ha sido por pensar que lucho poco, aunque me siento libre para serlo, para decirlo o nombrarme así, y agradecida de que me lo digan. Y reclamo aquí, libertad para todas las personas, para ser feminista y poder gritarlo a los cuatro vientos, sin miedos. ¡digámoslo más veces! Es un piropo ¡qué feminista eres!

¡Yo soy feminista y qué pasa¡

Puri Perez Rojo

Mugarik Gabe

15/3/16