A pesar de los intentos legislativos, sociales, institucionales por proteger a las mujeres y dar respuesta y apoyo a las que deciden salir de ese círculo de violencia que las atrapa, los casos de muertes no descienden. Por lo menos 66 mujeres han sido asesinadas en el Estado español en lo que vamos de año y 12 mujeres en Euskadi en los últimos 5 años. Sólo los casos de mujeres asesinadas tienen impacto mediático, aunque infinidad de mujeres se enfrentan diariamente a las distintas formas de violencia: económica, física, psicológica y sexual dentro del llamado maltrato doméstico.

 

Es importante sacar a la luz otros tipos de violencia y traspasar fronteras para ver qué ocurre con otras mujeres y niñas. En Asia faltan más de 100 millones de mujeres al no haber tenido la posibilidad de nacer y/o al infanticidio femenino, debido al escaso valor que una niña tiene y el gasto económico que conlleva para la familia en un futuro.

 

El honor está costando la vida a 5.000 mujeres que son asesinadas anualmente en todo el mundo. Ese honor que los hombres y familias consideran manchado por cómo actúan sus mujeres controlando hasta extremos insospechados los movimientos y actitudes de las mujeres.

 

Qué decir de la práctica tradicional de la mutilación genital femenina, donde se calcula que 130 millones de niñas y mujeres están mutiladas en aras de la tradición. Se compara la circuncisión masculina con la femenina cuando las consecuencias son totalmente diferentes: sufrimiento y enfermedades innecesarias, secuelas crónicas y dolor permanente para, entre otras razones, controlar la sexualidad de las mujeres.

 

Imposible olvidar a miles de mujeres asesinadas o desaparecidas en México y Guatemala, los llamados feminicidios. Mujeres que son asesinadas por su condición de mujer y que coarta la libertad de movimientos del resto de mujeres por miedo a ser asesinadas.

 

Debemos visibilizar y recordar a los millones de mujeres violadas en múltiples conflictos bélicos convertidas en una herramienta más de las guerras; al humillar y debilitar al enemigo violando masivamente a las mujeres o al exterminar una raza o etnia matando a hombres y preñando a las mujeres.

 

Podríamos continuar denunciando la vulneración de derechos humanos y barbaries que el género masculino, dentro del sistema patriarcal, utiliza contra las mujeres al considerarse superior y en su afán de posesión y control de los cuerpos, sexualidad, movimientos y libertad de las mujeres como si de su pertenencia se tratara.

 

Sin embargo, hoy 25 de noviembre, podemos alegrarnos del esfuerzo que algunos hombres realizan por denunciar esta violencia, y debemos celebrar el arduo y continuado trabajo que las mujeres organizadas, aún a riesgo de perder la vida, vienen desarrollando en su localidad y a nivel global por sus derechos, por la erradicación de la violencia y para lograr un cambio de los valores patriarcales en la sociedad.