Coincidiendo con el planteamiento de Joan Subirats, la participación política puede tener tres maneras de concreción: la resistencia frente a un poder político establecido, la disidencia planteando alternativas a ese poder, o la incidencia cambiando desde dentro ese poder. Es decir, RESISTIR, DISIDIR e INCIDIR.

La motivación, lo que mueve, a esa participación política va más allá del ámbito privado, donde el sujeto es un colectivo, y el objeto de la acción no se circunscribe a logros individuales, sino que tiene sus miras en avances sociales o en las necesidades de otros colectivos.

En este sentido, la participación política de las mujeres siempre se ha dado, y en ocasiones ha sido causa de muchos cambios y logros alcanzados a lo largo de la historia en las reivindicaciones de las mujeres, y en ellos el derecho al voto que celebramos en estos días.

Las mujeres en sus luchas siempre han tenido una participación política activa y organizada, además de en los partidos políticos, a través de las asambleas de mujeres o bien mediante otro tipo de organizaciones. Las mujeres han resistido en lo privado y en lo público, han disidido planteando alternativas, y han incidido para cambiar esta sociedad que las ha mantenido excluidas.

Entonces ¿Porqué se habla ahora tanto de participación política y de las mujeres en concreto?

La participación política, entendida ésta como participación partidista, como militancia y afiliación a un partido concreto, no está en boga. La juventud continúa siendo la población militante de los partidos con menor afiliación, si bien no disponemos de datos desagregados.

Las mujeres están trabajando por una representación política en los lugares de poder desde hace muchos años, y sus esfuerzos cuentan ahora con el sistema de cuotas para la igualdad de hombres y mujeres dentro de la clase política.

Pero el  modelo de democracia representativa que tenemos está cuestionado. Hay desilusión de los logros alcanzados con respecto a lo que nos queda por hacer como ciudadanos y ciudadanas. Hay incumplimientos de programas electorales y cierta sensación de desencanto hacia los partidos políticos. Aunque no solo, es de ahí de donde surge la demanda y la necesidad de repensar la democracia y no considerarla “lograda” y “terminada”, sino algo que hay que ir construyendo, renovando y mejorando para que sea más participativa a nivel político.

En esta búsqueda de legitimación de sus decisiones por parte de los gobernantes, es donde aparecen los Consejos Municipales, para lograr una mayor legitimidad de sus accionar político diario con la participación. Por parte de la ciudadanía se ha venido reivindicando estos espacios como un trabajo propositivo en la mejora de nuestra realidad local.

Este modelo de participación tiene sus pros y sus contras. Si bien se ha conseguido a través de algunos consejos una mayor participación institucional, en muchos casos, no ha dejado de ser un mero espacio consultivo o incluso llegando a un uso exclusivo de buena imagen por parte de las instituciones.

Por esa razón es esencial, para dar un nuevo impulso a la participación política, y en concreto de las mujeres, llegar a un consenso sobre cómo deben funcionar estos Consejos Municipales, reconociéndonos con diferentes poderes dentro de la sociedad, lo que nos lleva a hablar sobre el reparto de poder político entre todas y todos.

Mientras no exista ese consenso previo, cada institución podrá dotar a los consejos de aquellas funciones que estime más oportunas. Y esta falta de compromiso por compartir poder, hace que sea un trabajo a veces desgastante, en el sentido de que requiere un esfuerzo y un tiempo para estar a la altura de los requerimientos tratados en las reuniones, no siempre con resultados positivos.

Las mujeres algo sabemos de la necesidad de compartir poder y compartir tareas dentro del hogar, quizá es hora ya de compartir poder en los espacios públicos institucionales no sólo con las cuotas de participación de las mujeres, sino también con las mujeres y hombres que sin tener una representación electoral desean contribuir a la mejora de la sociedad. Después será necesario analizar qué necesitamos las mujeres para llevar adelante esa participación, además de disponer de más tiempo al compartir otras tareas con los hombres.

Nuestra democracia representativa resulta escasa o limitada, los consejos municipales pueden ser una muy buena vía de participación política, pero tenemos el reto de la legitimación de los y las ciudadanas consejeras de igual a igual con la representación política. No podemos caer en dotarles a los y las representantes de mayor legitimación en la toma de decisiones, sin lograr una legitimación de nuestra participación como mujeres en los consejos.

Puri Perez Rojo
Miembro de Mugarik Gabe